"GROSSMAN
O LAS PROFUNDIDADES DEL ALMA"
Aviso para los amantes de bodrios y cuartillas encuadernadas vendidas como
churros: esta novela contiene 1.104 páginas de pura literatura, enorme
literatura.
En 1960 Vasili Grossman acabó de escribir "Vida y destino", una obra
que no llegó a ver publicada. Cuenta, así en mayúsculas y como nadie lo ha
hecho antes ni después, el comportamiento del ser humano en un rincón del
averno, la batalla de Stalingrado, durante la segunda guerra mundial. Grossman,
con una sobriedad en la pincelada que impresiona por la profundidad de sus
resultados, pinta un enorme mural donde muestra al ser humano en toda su
grandeza, en toda su miseria.
El cuerpo de la novela son las vivencias de la familia Sháposhnikov, que
ejemplifican la enorme tragedia del pueblo ruso en los tiempos de la segunda
guerra mundial. Atrapados entre el avance del nazismo y las depuraciones del
estalinismo, entre las cámaras de gas y las deportaciones a los campos de
trabajos rusos. Grossman describe con enorme intensidad las reacciones del alma
humana ante tanta opresión. Y lo hace con una prosa diáfana que, en medio de
grandes acontecimientos de la historia universal, se detiene en pequeños
detalles, reflejos del dolor, de la catástrofe, también del amor, la pasión y de
los sentimientos más nobles que anidan en las entrañas de los hombres. En esta
obra se oye a los estorninos imitar el zumbido de las balas; se ve a una
anciana contemplando las ruinas de su casa mientras acepta interiormente la
vida que le ha tocado en suerte, no tiene otra y la valora. Y no obstante, lo
más transcendental, la esencia de la novela es la sólida reflexión que Grossman
edifica y levanta sobre el sentido del bien y del mal: "La mayoría de los
hombres que viven en la Tierra no se proponen como objeto definir el bien . ¿En qué
consiste el bien? ¿Bien para quién? ¿De quién? ¿Existe un bien común, aplicable
a todos los seres, a todas las tribus, a todas las circunstancias? ¿O tal vez
mi bien es mal para ti y el bien de mi pueblo, el mal para el tuyo? ¿Es eterno
e inmutable el bien, o quizás el bien de ayer es el vicio de hoy, y el mal de
ayer se ha transformado en el bien de hoy?" (pág. 512). Y más adelante
(pág. 640), cuenta: "Un oficial que Nóvikov conocía, un hombre lúcido y
juicioso que estaba destacado en un puesto de observación de primera línea, no
había querido renunciar a su costumbre de beber leche fresca por la mañana. Así
que cada mañana, un soldado de segundo grado se adentraba bajo fuego enemigo y
le traía un termo de leche. A veces, los alemanes mataban al soldado y entonces
este conocido de Nóvikov, un buen hombre, se veía obligado a prescindir de la
leche hasta el día siguiente, cuando un nuevo correo sustituía al anterior. Y
quien así se comportaba era un buen hombre, justo, preocupado por sus
subordinados, un hombre al que los soldados llamaban padre . Intenta encontrar un
sentido a esta contradicción." Como veis, aquí, al final, el narrador se
dirige directamente al lector. Y esta muestra de la grandeza del libro -que es
entero de este calibre- la podríamos acabar con otro fragmento, que va
despejando el sentido del bien: "Cada día, cada hora, año tras año, es
necesario librar una lucha por el derecho a ser un hombre, ser bueno y puro. Y
en esa lucha no debe haber lugar para el orgullo ni la soberbia, sólo para la
humildad. Y si en un momento terrible llega la hora desesperada, no se debe
temer a la muerte, no se debe temer si se quiere seguir siendo un hombre "
(pág. 1067). Y esto lo escribe el primer periodista que informó al mundo de la
existencia de los campos de exterminio nazis.
No recuerdo haber leído un libro que llegue tan hondo -tal vez deba leer más-.
Grossman es un genio que crea imágenes sencillas pero conmovedoras,
deteniéndose en aquellos detalles en los que centellea el ser más verdadero de
cada hombre. Y este ser tiene que ver con que, ante el desastre, el hombre es
capaz de conservar la dignidad, la bondad, el amor. Aunque actúe en ocasiones,
incluso, con crueldad. Aquí, el desastre es la guerra, es un tiempo
apocalíptico para el hombre y sus valores. Pero, dice Grossman, aún en la más
mortífera de las guerras hubo gestos de humanidad, de amor, de bondad y de
libertad. Esta es la fuerza que hace al hombre prevalecer sobre la tierra. O
eso he entendido yo.
Se ha dicho de esta novela que llega a superar a "Guerra y paz" de
Tolstoi; que quien la lee no puede seguir siendo el mismo de antes, que eclipsa
todo lo que se ha considerado ficción seria en occidente (George Steiner, casi
nadie). No sé si todo esto es verdad, sólo sé que se trata de una obra
conmovedora.
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