"GORDON Y
LA BODRIEGA"
Para mí es la hora de ajustar cuentas con esta "novela", La
Bodega de Noah Gordon, que yo pienso debiera titularse La Bodriega. Porque,
colegas, alucinado me has... Don Gordon. Yo nunca había leído nada de este
señor y, pues como todos, sabía que era una caja recaudadora-expendedora de
best sellers y, como todo quisqui, pensaba que había que dar una oportunidad al
susodicho, pues si se vende, se lee y si se lee, ¿algo tendrá? ¿no?, digo
yo...; y como tengo la sana pero dura costumbre de acabar todo lo que empiezo a
leer, pues eso, que lo leí. Lo leí, me lo tragué, me lo bebí. Fue un mal
trago.
Lo llamaría Bodriega por ser un bodrio, a mi entender. Para empezar que el
argumento, insípido e incoloro, trata de Josep Alvárez un pequeño viticultor
catalán de finales del siglo XIX que hacía vinagre en la viña de su padre de lo
malas que eran las uvas...; o ellos como viticultores, y he aquí que aparece un
tío extraño en el pueblo que lo recluta para una mala faena (el asesinato del general Prim) y tiene que huir a
Francia, aprende a hacer buen vino, vuelve a su pueblo, hace buen vino y se
forra y de paso se enamora, claro. Y, oye, que no, que no os he contado casi
nada, no os preocupéis, lo podeís leer...
Esa la trama, lineal, plana, ya digo, sin color rubí, ni cereza, ni ninguno de
esos tonos de los buenos tintos. Pero y la prosa, qué os digo de la prosa, de
la calidad literaria. Pues que yo no sé si es que Gordon escribe así de fatal o
el traductor todavía está corriendo delante de los que lo hayan pillado.
Córcholis, cáspita, como decían los legionarios saltando alambradas en la
guerra civil, según Franco, si es que yo no he leído un libro con más artículos
indeterminados en mi vida -había un árbol, una casa, un pozo...-, una redacción
de primaria; y no hay ni un adjetivo que brille, que haga buen maridaje con su
sustantivo, hablando de vinos. Dicen que la buena literatura está en la calidad
de sus adjetivos, que califican el mundo, lo determinan, lo describen y
recrean...; y, aquí nanai de la china.
Y los personajes, los personajes planos como una tabla, no profundiza en ellos,
yo todavía estoy intentando imaginar la cara del protagonista o algo de su
psicología, de su visión del mundo. Sí, es un hombre serio, trabajador y con
ambición, pero esto no es suficiente para una obra literaria.
Y, oye, hay algo que me intriga de veras. En las últimas cien páginas, más o
menos, hay un cambio de estilo, de calidad, mejoran las descripciones, se hace
bastante más interesante la narración e, incluso, desaparece la montaña de
artículos indeterminados anterior. Y, no sé cómo explicarlo, con imaginación
diría que es como si un "negro" sin el bachillerato hubiera escrito
las doscientas y pico páginas primeras y Gordon, si de verdad escribe bien,
hubiera acabado la novela. Dicen que ya está muy mayor y que esta novela fue un
encargo, no sé, es sólo una impresión. O es que tal vez estuvo abducido por
extraterrestres y faltando cien páginas lo liberaron y volvió a la tierra, a
escribir y a beber vino.
Por cierto, cómo se pueden confundir viñas con parras...; O Gordon o el
traductor, o los dos, vaya dos...
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