Filosofía y arte
Para terminar de situar la filosofía en el conjunto de saberes, experiencias y actividades humanas es necesario dedicar unas palabras a la relación entre la filosofía y el arte.
Si nos dejamos llevar por la primera impresión, cabría pensar que no guardan ninguna relación entre sí y que pertenecen a espacios distintos del ser humano. A fin de cuentas no es habitual que los filósofos se dediquen a crear obras de arte ni que los artistas escriban obras filosóficas.
Parece que, a primera vista, ese doble recorrido que hemos esbozado en lo relativo a la ciencia y la religión no fuera válido para el arte, que sería una actividad independiente de la filosofía. Nada más lejos de la realidad. Como vamos a comprobar a continuación aunque existan importantes diferencias entre arte y filosofía también es posible encontrar puntos en común.
Arte y filosofía: dos lenguajes con fines diversos
Tal y como hemos presentado la filosofía hasta aquí, ha quedado bien clara su pretensión racional, conceptual y argumentativa. El medio de expresión de la filosofía es la idea, el concepto. Incluso las filosofías más “literarias” (aquellas que utilizan una mayor cantidad de metáforas, símbolos y recursos literarios estilísticos) desarrollan ideas y argumentos. Frente a esto, el arte no utiliza tanto un lenguaje conceptual cuanto un lenguaje estético. Aunque habría que matizar esto en el caso del arte contemporáneo, cabe decir que si la filosofía aspira a la sabiduría o al conocimiento de la verdad, el valor anhelado por el arte es la belleza. El lenguaje conceptual de la filosofía se ve sustituido por un lenguaje estético en el terreno del arte, donde las diferentes posibilidades expresivas y su efecto sobre el receptor de la obra tienen una mayor importancia.
Como tendencia general, la filosofía investiga en el contenido, mientras que el arte se recrea en la forma. La metáfora del lenguaje puede servirnos para explorar una segunda oposición entre arte y filosofía: sin negar que el arte despliegue una enorme capacidad descriptiva de la realidad, cuenta con otros muchos usos, entre los que la expresividad ocupa un lugar destacado. El artista se expresa a través de su obra, deja algo de sí en cada una de sus creaciones. Sin negar que el filósofo filtre en sus textos sus experiencias personal y vitales, la misión fundamental de su obra es describir el mundo, representarlo.
De esta manera, la filosofía quiere ser representación conceptual del todo, mientras que podríamos caracterizar al arte como expresión estética del sujeto. Una de las funciones definitorias de la filosofía es describir el mundo. El artista quiere expresar “su mundo”.
Cuando el arte filosofa y la filosofía se hace arte
La relación entre el arte y la belleza que hemos comentado antes se rompe precisamente con el arte contemporáneo a partir de las vanguardias de comienzos del siglo XX. Entonces prolifera una nueva visión del arte que lo emparenta directamente con la filosofía: el llamado arte conceptual o el arte crítico pretenden desligarse del imperativo de la belleza y realzar la idea que quieren transmitir.
Aunque resultan polémicos (no faltan quienes descalifican estas creaciones como no artísticas), son un buen ejemplo de cómo el arte se acerca a la filosofía.
Y si le damos la vuelta al planteamiento nos encontramos con autores que han escrito títulos de extremada belleza: algunos diálogos de Platón, textos de Nietzsche, Montaigne o del mismo Ortega deben considerarse no sólo textos filosóficos, sino también literarios, ya que su estilo está especialmente cuidado: un filósofo como J.P. Sartre obtuvo el Nobel de literatura en 1964, aunque después lo rechazara alegando motivos morales.
En consecuencia no es difícil encontrar autores y momentos históricos en que filosofía y arte convergen hasta formar casi una misma realidad. Los filósofos románticos alemanes (como Schiller o Schelling) pensaban que el arte era la vía de salvación de la humanidad y no han faltado otros que han señalado a la poesía como una creación más profunda y honda que la propia filosofía. Y aunque antes destacábamos la importancia del arte como expresión del artista, no hemos de olvidar que éste incorpora ideas, técnicas y valoraciones en su obra.
Pensar arte y filosofía como dos dedicaciones humanas completamente separadas es tan errado como confundirlas. Por eso conviene tener la sensibilidad bien despierta, para saber detectar en qué momentos el filósofo se entrega a la belleza y el artista esconde alguna idea dentro de su obra.
¡Oh, Hombre! ¡Presta atención!
¿Qué dice la profunda noche?
¡Yo dormía!
¡Me desperté de un sueño profundo!
¡El Mundo es profundo!
¡Y más profundo de lo que el día recuerda!
¡Oh, Hombre! ¡Presta atención!
¡Profundo es tu sufrimiento!
¡La alegría es más profunda que la pena!
El sufrir habla:¡Desaparece!
Pero toda alegría busca la eternidad,
¡Una eternidad profunda, profunda eternidad!
Friedrich Nietzsche. Así habló Zaratustra.
- Este texto, ¿es literatura o filosofía?
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